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Si tengo mal la espalda, ¿por qué me miras la boca? La mordida afecta a la postura

La mordida afecta a la postura

Muchos pacientes que vienen a Quirosum por síntomas y diagnósticos de columna se sorprenden cuando les decimos que su problema principal está en la boca. Es entonces cuando surge la pregunta: ¿por qué me miras la boca si lo que tengo mal es la espalda? Porque la mordida afecta a la postura. A continuación os explicamos la relación entre mordida y columna.

La columna, como ya sabéis, se organiza y funciona según la percepción que tiene nuestro cerebro de nuestro cuerpo. Se basa en muchas cosas, pero principalmente en la propiocepción.

La propiocepción es el mecanismo por el cual nuestro cerebro sabe dónde están todas las partes de nuestro cuerpo sin referencia visual. Cada articulación tiene unos receptores que se llaman mecanorreceptores, que mandan información constante para que nos podamos organizar en el espacio. Esto marca nuestra postura y cómo nos movemos.

Aunque todas las articulaciones tienen mecanorreceptores, algunas tienen mucho más. La columna (sobre todo las cervicales), la mandíbula y los pies son las que predominan sobre todas las demás.

Por eso si tenemos un problema en la mordida, en la manera que contactan nuestros dientes, esto puede hacer que la información que manda nuestra articulación temporo-mandibular (ATM) altere esta percepción de nuestro cerebro, obligando a que nuestra columna y el resto de articulaciones compensen este problema. Cuando esto ocurre pasamos a tener una postura muy alterada y con músculos intentando compensar este desequilibrio.

Los problemas de mordida se ven muy agravados por el bruxismo, esa tensión que nos hace apretar los dientes, requinándolos o no, y que provoca que nuestra ATM trabaje aún más de lo que debiera mandando más estímulo a nuestro sistema nervioso.

El bruxismo puede ser tensional/emocional o también puede estar causado por problemas dentales. Pero está claro que en esta sociedad donde el estrés es nuestro acompañante diario, las tensiones en la boca son mucho más comunes de lo que debieran. Además todo se agrava por la falta de masticación, ya que tendemos a comer alimentos blandos que no nos permiten recibir la estimulación para la que nuestra mandíbula está diseñada.
Según la mordida de cada persona, se puede prever qué musculatura es predominante (sobre todo en las cervicales) y cómo se posiciona la cabeza con respecto a la pelvis. El resultado puede ser que el peso se cargue más sobre la parte anterior o posterior de los pies, con todo lo que este supone en todas las estructuras intermedias, cuello, hombros, columna dorsal y lumbar, caderas, rodillas, etc.

Tener un problema de mordida no es sinónimo de tener la columna mal; de hecho, aún se desconoce por qué afecta a unas personas mucho más que a otras. Por eso hay que saber analizar en qué casos es importante tratarla y en cuáles no, desde el punto de vista que nosotros tenemos, que es devolverle a la columna el equilibrio perdido. Las razones odontológicas las debe evaluar un dentista.

Este es un tema muy complejo que llena congresos y al que hemos dedicado innumerables horas de estudio, pero hemos querido explicarlo de manera que la mayoría de personas lo puedan entender.

Hemos diseñado la siguiente imagen para que podáis apreciar a grosso modo las principales alteraciones que la mordida genera en nuestro cuerpo. Solo hemos analizado un plano, el anterior-posterior, aunque hay muchas más clasificaciones y tipos en otros planos. En la imagen se ven las tres posiciones en las que nuestra mandíbula contacta con nuestro maxilar, o lo que es lo mismo, cómo los dientes de arriba muerden con los de abajo. Y según se posicionen, el resto del cuerpo va a organizarse.

Mordida afecta a la postura

En la clase II que veis en la imagen la carga del peso es anterior a los pies y como resultado de esta postura, es común ver síntomas como dolor cervical tanto alto como bajo, problemas de hombros como dolores o limitación de movimiento, dolores radiculares u hormigueo en las manos, dolores de rodillas, limitación o dolor lumbar…

En la clase III, carga posterior a los pies, también pueden aparecer muchos síntomas: dolor de cabeza, pérdida de movilidad o dolor cervical, dolor lumbar, gran pérdida de movilidad en la pelvis generando diferentes molestias en la zona, dolor en los talones e incluso espolones como resultado de aumento de carga en la parte posterior del cuerpo durante años.

Cada vez somos más los profesionales sanitarios que sabemos que el cuerpo no se puede dividir en partes y que donde se sienten los problemas puede no tener nada que ver con dónde está la causa de los mismos.

En Quirosum tenemos el compromiso de ayudaros con la mejor herramienta que sabemos, la quiropráctica. Pero también somos conscientes de que un trabajo multidisciplinar es fundamental para encontrar el equilibrio que tanto necesitamos.

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